Memoria, discurso y utopía en las víctimas como sujeto social en Colombia

Dr. Roberto Caicedo Narváez
rocainar@hotmail.com

RESUMEN

En este artículo se plantea la importancia de la construcción de la memoria colectiva, como derecho fundamental de las víctimas en el contexto del conflicto en Colombia, su vehiculización a través del discurso, la propuesta utópica, que en nuestro caso incluye el aspecto religioso, y su relación en la constitución de las víctimas del conflicto como un sujeto social emergente y relevante hoy en Colombia. Se toma como punto de partida la investigación hecha por el autor a partir del caso de la Asociación de familiares víctimas de Trujillo (AFAVIT) (Caicedo Narváez, 2017) en donde las personas involucradas, tanto en la victimización como en la construcción de la memoria, tienen como un punto de referencia, en su discurso, el elemento religioso.

Antecedentes de los procesos de memorización en el conflicto colombiano
A pesar de la profundización del conflicto armado en Colombia, a partir de los años 80, y el incremento de víctimas de población no combatiente, los procesos sistematizados de memorización, a partir de las víctimas, se vienen a propiciar en los años 90 y comienzos del presente siglo. El primer gran esfuerzo fue “Colombia, Nunca Más” (CNM), publicado en el 2003. Surgió como parte de la campaña denominada “Colombia Derechos Humanos, Ya”, con la anuencia de 17 organizaciones sociales y de Derechos Humanos no Gubernamentales convocadas a mediados de los años 90 (CNM, 2008, p.1)2. En el Proyecto la participación de comunidades cristianas de base y de una línea más “profética” dentro de la Iglesia Católica fue importante y decisiva.

Después del informe “Nunca Más” surgió otra importante iniciativa de construcción de memoria desde los territorios y comunidades victimizadas, esta vez a expensas de la creación de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (CNRR) por la Ley de Justicia y Paz del 2005. La Comisión crea el Grupo de Memoria Histórica. Este asume el trabajo de la construcción de la memoria histórica del conflicto armado en las últimas décadas. Luego da paso al Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH)3 que tiene su sede en Bogotá pero que ha desplazado investigadores a las regiones y ha realizado convenios con instituciones para abarcar la mayor parte del país en su trabajo de construcción de memoria. Pero el principal esfuerzo del Centro ha sido la publicación en el 2013 del Informe General, iniciado por el GMH, “¡Basta Ya! Colombia: Memorias de Guerra y Dignidad” (CNMH, 2013).

Desde esos inicios de los procesos de memorización, se concibe como un derecho de las víctimas:
La Recuperación de Memoria Histórica

Figura No. 1. La Recuperación de Memoria Histórica. Fuente: CNM (2009, p.10).

A la vez de estas iniciativas de carácter más oficial, van surgiendo esfuerzos autónomos de memoria en las regiones en torno a la realidad de las diferentes comunidades victimizadas y combinándose con otros esfuerzos comunitarios de base. La presentación de todos estos esfuerzos escapa a las posibilidades de este artículo4. Para el análisis propuesto, tomaremos el caso de uno de ellos, surgido en el norte del Valle, específicamente en Trujillo, a raíz de una serie de actos de victimización sufridos por la población, en la década de los 90, y que da origen a la organización AFAVIT (Asociación de Familiares de Víctimas de Trujillo).

Aunque la victimización que ha sufrido la región del Norte del Valle no se agota en esos años de la masacre, ésta se dio en el marco de un recrudecimiento de la violencia en la misma, pues luego siguieron ocurriendo otros hechos de victimización, no sin resultados igualmente lamentables, pues intentan acallar las voces de las familias de las víctimas y de las organizaciones que les agrupa, como ha sucedido con AFAVIT, surgida en 1995, y que agrupa a un buen grupo de las familias víctimas de los hechos ocurridos en aquella época.

En el siguiente cuadro se puede ver la estadística de las víctimas y su distribución en esos años más difíciles para la región de Trujillo, entre 1986 y 19945.

Víctimas de la Masacre de Trujillo

Figura No. 2. Víctimas de la Masacre de Trujillo. Fuente: CNRR (2008, p.39)

Como se ve en el gráfico, en el año de 1990 se concentraron los mayores casos de victimización. En total se registraron, en esos años, 245 víctimas. La parte más cruenta de la masacre, con 19 víctimas, ocurrió entre marzo y abril de 1990 y cubre varios asesinatos y desapariciones en la vereda de la Sonora y del pueblo mismo, incluyendo el asesinato del Padre Tiberio Fernández y su sobrina. Al respecto menciona el informe de la CNRR (2008):

[…] los hechos centrales de la Masacre de Trujillo resultan explicables dentro de una estrategia perversa de lucha antisubversiva, materializada en la Operación Relámpago, el Plan Democracia y el Plan Pesca, que contemplaron la represión o eliminación de la protesta social y de los líderes comunitarios al ser acusados por los organismos de seguridad del Estado como guerrilleros o sus auxiliadores (pp. 48-49).

Después de esos años más difíciles, la comunidad se fortaleció a partir de la construcción de memoria y surgió la organización para emprender la búsqueda de Justicia a las víctimas y familiares, que se consideran como víctimas. Ya para ese año se había conformado la Comisión de Investigación de los Sucesos Violentos de Trujillo (CISVT) auspiciada por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ante la cual se presentó el caso por parte de la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz (CIJP)6. Por la denuncia hecha ante la CIDH se consiguió la condena al Estado Colombiano en 1994.

Podemos ver que, en primer término, la construcción de memoria se va constituyendo en un soporte para la búsqueda de la verdad, la justicia y los derechos fundamentales de las víctimas y en segundo término para la constitución de un sujeto social emergente capaz de interlocutar con el Estado Colombiano, con los actores armados y con la sociedad en general. Por ejemplo, en el marco de los diálogos entre la guerrilla de las FARC y el Gobierno Colombiano, las víctimas resaltaron el papel de la construcción de la memoria como un aspecto fundamental en la superación del conflicto. En ese sentido el Gobierno y las FARC conforman una “Comisión Histórica del conflicto y sus víctimas”7, que buscaría profundizar en las raíces, impactos y dinámicas propias del conflicto en Colombia en las últimas décadas y el impacto en las comunidades y sectores sociales como víctimas directas o indirectas del mismo.

De esta forma, es posible expresar , que el aumento de los estudios sobre memoria, aún en medio del conflicto armado, fue en parte favorecido por el marco legal promulgado por algunos gobiernos, en una búsqueda de hacer eco al énfasis del derecho internacional en este sentido, pero también por el crecimiento de las organizaciones de víctimas y de ONGs que trabajan, algunas en conjunto con ellas, en la construcción de memoria colectiva aún a pesar de circunstancias adversas para hacerlo. Al respecto se plantea que:

El interés que se ha dado en la primera década del siglo XXI en torno a la memoria del conflicto reciente parece obedecer a ciertas circunstancias coyunturales como el auge y la desmovilización del paramilitarismo, el despojo de tierras, el desplazamiento forzado o el exterminio de movimientos sociales, todo ello en medio de una fuerte tendencia hacia la internacionalización de la justicia. (Giraldo et al., 2011, p.7)

Lo anterior es un indicativo, tanto del lugar que van ganando las víctimas en los procesos de esclarecer las dimensiones del conflicto y en la construcción de memoria colectiva, pero también de constituirse como sujetos emergentes en el marco social colombiano, como lo señala el mismo estudio: “Es indudable que las víctimas han cobrado visibilidad, no solo como objetos de reparación sino como activistas sociales y líderes de procesos y de comisiones en pro de la verdad y la justicia” (Giraldo et al., 2011, p.10)8.

La memoria colectiva
A partir de los estudios de Maurice Halbwachs9, se plantea que la memoria no sólo se concreta en forma colectiva sino que se “ubica socialmente”, en el tiempo y el espacio. Esta memoria colectiva es fundamental en la construcción de identidad y también en relación con la construcción del “poder social”. Para Halbwachs (2004), “la memoria no se basa en la historia aprendida, sino en la historia vivida” (p.60), y esta historia vivida es también una historia colectiva. Luego, complementando esta perspectiva iniciad por Halbwachs, Pierre Nora10 planteó que “los lugares del recuerdo tienen tres dimensiones: una dimensión material, una dimensión funcional y una dimensión simbólica” (Erll, 2012, p.32). Estas tres dimensiones pueden ser integradas en el concepto de memoria colectiva:

• La dimensión material la constituyen los “medios” y “artefactos” de trasmisión de la memoria, las objetivaciones culturales como objetos, monumentos y ritos.
• La dimensión funcional o social, involucra los “portadores” de la memoria, las personas e instituciones que participan en su producción, almacenamiento y evolución en la comunidad y por fuera de ella.
• La dimensión simbólica parte de “esquemas”11 o estructuras propias de la “cultura” de la comunidad, los códigos que hacen posible el recuerdo común a través de la “trasmisión simbólica” de la memoria.

Dimensiones de la Memoria

Figura No. 3. Dimensiones de la memoria. Fuente: propia.

Así como la memoria colectiva, la memoria individual también se mueve en las tres dimensiones,12 y si las cruzamos podríamos tener las siguientes expresiones de la memoria:
Memoria Colectiva-Memoria Individual

Figura No. 4. Memoria Colectiva-Memoria Individual.

Fuente: propia.
Por otro lado, los procesos de memorización se van a vincular con procesos de constitución de sujetos sociales13, como es el caso de algunas de las víctimas del conflicto, y les ayudan a estos sujetos a relacionar su “temporalidad”, su devenir en el tiempo, y su posicionamiento en tres posibles relaciones, según Emma León (Zemelman y León, 1997, p. 55):
• La relación presente-pasado, como una conexión de “lo ya devenido”, como un proceso de reconstrucción y memoria.
• La relación presente-futuro, como una conexión de “lo no devenido” y como una construcción mediada por la “subjetividad” y la experiencia y práctica social del sujeto.
• La relación presente-pasado-futuro como una “articulación compleja” que “al reconstruir el pasado e imaginar el futuro comunica un sentido utópico14.

Así encontramos, que hay en los sujetos una articulación compleja, de estos tres ejes temporales: Memoria, experiencia y utopía (Zemelman y León, 1997, pp. 62-63).

En ese sentido, memoria, experiencia y utopía tienen, como núcleo constituyente, un valor heurístico y hermenéutico para comprender uno de los aspectos esenciales del análisis de los sujetos sociales: la configuración de proyectos y su viabilización… están íntimamente ligadas a la generación de proyectos sociales, en cuanto sus funciones de sentido recortan el campo de visibilidad de lo que es deseable, viable y potencialmente susceptible de ser viabilizado (para un sujeto social) (pp. 68-69).

En cuanto al sentido utópico, hay que precisar que hay una amplia gama de posibilidades, al respecto comenta Juan José Tamayo (2012)

Leyendo los textos utópicos, descubrimos un elevado grado de diversidad de utopías, lo que ha dado lugar a la propuesta de una pluralidad casi inabarcable de tipologías y de distinciones en este terreno…La diversidad de las utopías depende (de múltiples) factores. El primero y más inmediato son las condiciones del mundo real, sobre todo, la situación socioeconómica, el grado de desarrollo tecnológico y el momento en que se encuentra el conocimiento científico… Las utopías admiten diversos enfoques: geográfico, histórico, astronómico, psicológico, sociológico, filosófico-moral, literario, mitológico (pp. 16-19).

Dentro de nuestro análisis rescatamos el enfoque religioso en la construcción utópica, el cual ha estado presente en diferentes momentos de la historia de los sujetos y movimientos sociales.

Ejes temporales del Sujeto Social

Figura No. 5. Ejes temporales del Sujeto Social.

Fuente: propia.

Los tres ejes temporales planteados se constituyen en tres planos a partir de los cuales reconocer la constitución del sujeto social como tal: el plano de la necesidad, el plano de la experiencia y el plano de la utopía (Zemelman, 1992, p.14). En estos planos se desprenden, entre otras, tres acciones fundamentales del sujeto social:

• El plano de la necesidad, está articulado a la vida concreta y cotidiana del sujeto, la construcción de la identidad colectiva y la lucha por los derechos fundamentales del sujeto en particular.
• En el plano de la experiencia, donde se puede reconocer la posibilidad de trasformar la realidad presente, surge la producción de un discurso propio del sujeto.
• En el plano utópico, en donde se da “la conciencia de construcción de historias futuras y el despliegue de prácticas para ser logradas”, se construye una propuesta utópica, que puede tener un componente desde el hecho religioso, por parte del sujeto.

Así se constituye un punto de partida para el análisis de la constitución del sujeto social en la relación con la construcción de la memoria, en su dimensión material, funcional y simbólica, del discurso y de la utopía. En resumen:

Planos y acciones del Sujeto social
CONSTRUCCION DE IDENTIDAD (PLANO DE LA NECESIDAD/ DIMENSION MATERIAL)
PRODUCCIÓN DE UN DISCURSO (PLANO DE LA EXPERIENCIA/ DIMENSION FUNCIONAL)
PROPUESTA UTÓPICA
(PLANO UTOPICO/ DIMENSION SIMBOLICA)

¿Cuáles son los procesos para la materialización de la memoria? ¿Las objetivaciones por medio de los cuales se hace asequibles los contenidos a la colectividad?
¿Cómo son los (as) “portadores” de la memoria, y cómo participan en la producción, almacenamiento y evolución de un discurso propio? ¿Se constituye en un discurso alternativo al discurso generalizado y aceptado?
¿Cuáles son los códigos y símbolos que hacen posible el recuerdo común al sujeto, la “trasmisión simbólica”, y sus efectos en el contexto? ¿Son aceptados o rechazados en el entorno social? ¿Hay una expresión religiosa en la propuesta utópica?

Cuadro No. 1. Cruce de planos y acciones. Fuente: propia.
Hemos hablado sobre la memoria ahora miremos un poco el discurso. La configuración de un discurso “propio” plantea que este sujeto…

“… puede romper con lo evidente porque anima las formas del lenguaje,…, en la búsqueda de nuevas significaciones, y que, por lo mismo, necesita de un lenguaje abierto a lo nuevo. Es el lenguaje de la mente utópica cuyo contenido es la incorporación de lo constituyente, en vez de quedarse atrapado en lo ya producido”. (Zemelman, 1992, p.49)

El discurso es un lugar de mediación entre el sujeto social y su entorno y además una forma en que se apropia de su realidad, así como una de las formas en que se vehiculiza su memoria colectiva. En la práctica la “subjetividad social” se constituye en un lugar en donde se articulan las dimensiones de la memoria y del discurso, con las “cuales expresan la apropiación de la historicidad social a la vez que le confieren sentido y animan su potencialidad” (Torres y Torres, 2007, p.16), como sujeto.

El caso de AFAVIT
Hay que precisar cómo se puede contribuir un determinado proceso de memorización a la constitución de un sujeto social a partir de las víctimas del conflicto en Colombia, específicamente en el caso de AFAVIT. Abordamos el análisis partiendo del discurso producido en diversos momentos por AFAVIT, algunos son testimonios de las víctimas15. En los primeros años de la Asociación se compartió el dolor causado por la victimización, se enfatizó en el duelo, pero también se comenzó con el seguimiento a los procesos jurídicos de los principales victimarios, a las indemnizaciones y reparaciones prometidas por el Estado. En el parque monumento de Trujillo (V.) se rememoran 235 víctimas, aunque los casos recogidos alcanzan los 342, y en cada osario del parque se hizo una escultura que representa lo que esa persona fue en vida, como forma de preservar su memoria.
Desde un comienzo, en las víctimas de Trujillo, la construcción de la memoria colectiva va a ser un elemento relevante para contrarrestar la impunidad y el anhelo de Justicia, plano utópico, a la vez que se va constituyendo en un soporte para esta lucha por los derechos, plano de la experiencia, así como para la construcción de una identidad propia del colectivo, plano de necesidad. En una posterior etapa se profundiza en la investigación de los hechos y en la construcción de la memoria (1994-2002). Es la época en donde se enfatiza en el trabajo de memorización desde la Asociación y se inicia la construcción del Parque Monumento gracias al aporte de la Comisión Intereclesial y de otras donaciones particulares. El Estado solamente aportó con la donación del lote para la construcción del Parque. El inicio de la construcción del Parque dio un fuerte impulso en la constitución de AFAVIT y en la construcción de la memoria de los hechos de Trujillo.

Lo que se sentía por esta época lo resume muy bien el Padre Javier Giraldo: “Desde el año 1995 cuando nace AFAVIT, sólo teníamos el dolor y sufrimiento acumulados, el miedo que paralizaba, los recuerdos de noches oscuras, de días desolados, de heridas abiertas, de soledad y de lágrimas atragantadas en la garganta” (CINEP, 2014, p. 76). En el 2003 se trasladan los restos del Padre Tiberio al Parque, bajo la consigna “Tiberio resucita en el pueblo que camina” (CINEP, 2014, p.101)16. El lema de la primera peregrinación en honor a las víctimas fue: “Una gota de esperanza en un mar de impunidad (CINEP, 2014, p. 99). Los años que siguen hasta el 2002, año de la segunda peregrinación, permitieron ir caminando en la consolidación de AFAVIT y de las víctimas como un “sujeto de derechos”, “una transición entre una comunidad de duelo a una comunidad en exigencia de derechos con dignidad” (CINEP, 2014, p.73).

MAUSOLEO

Figura No. 6. Mausoleo.

Fuente: foto archivo personal

La simbología religiosa, aunque no sea la única, juega un papel importante en la construcción de la memoria en el caso Trujillo, desde la construcción del “relato fundante” que va a representar la victimización que sufrió el Padre Tiberio Fernández, como parte de los hechos catalogados como “la masacre”. Si bien es cierto no es el único asesinato, se convierte en un símbolo de los demás por la posición e importancia del sacerdote en su comunidad.

Las expresiones religiosas, y las acciones en torno a ellas, son asumidas como parte del discurso para entender lo sucedido y darle un nuevo sentido al sujeto, a la vida que surge de la muerte, la vida expresada en la comunidad solidaria en torno a la memoria de los cuerpos sepultados en el Parque, la lucha por la Justicia y la Verdad, como derechos de las víctimas y del país, en espera que no se repitan los hechos que les marcaron y les llenaron de dolor, el de un renovado proyecto de vida, que intenta retomar la antigua propuesta planteada por Tiberio con el campesinado de la región, que ahora resucita en una nueva “comunidad anamnética”.

La forma como se usa lo religioso apunta a un lenguaje común para el sujeto, aunque no necesariamente se comparta la misma tradición cristiana, ya que hay diversidad en este sentido en las víctimas, así se convoca al colectivo en torno a la memoria del Padre Tiberio como símbolo de los que fueron victimizados. Finalmente, el símbolo provoca una lucha, que parte del cumplimiento de los derechos de las víctimas, y un nuevo proyecto de país que ahora se perfila en nuevos actores de la comunidad. Esto se puede ver en el compromiso que AFAVIT asume:

Como AFAVIT,…, seguiremos insistiendo en sacar adelante este Parque Monumento, continuaremos comprometidos con la lucha contra la impunidad, seguiremos resistiendo en el logro de la Verdad, Justicia y Reparación. Pedimos el apoyo, la solidaridad a la comunidad internacional e internacional,…, que este Parque Monumento se convierta en un espacio de vida, de respeto a los derechos humanos, de peregrinación y de oración, de organización y de paz para todo Colombia. (Dto. 1, archivo de investigación, Caicedo Narváez, 2017).

En este sentido, la reconciliación como horizonte social se convierte en campo de confrontación simbólica desde las víctimas, con una propuesta de “perdón anamnético”, y un sector, de la sociedad, que propone un “perdón amnésico”, deslegitimando así las implicaciones de la memoria. Por lo tanto, retomando la apuesta desde las víctimas, se debe plantear una propuesta de perdón que conjugue los anhelos de justicia con los anhelos de superación del conflicto y de paz en la sociedad, allí está planteada en buena parte la dificultad del proceso de paz y reconciliación, a nivel de lo regional tanto como en lo nacional. Lo conflictivo se puede ver en la siguiente declaración:

Enrique… pidió explicación sobre el sentido de la Reconciliación: nivel ético, religioso o mandato del Evangelio, es importante la reconciliación como reencuentro con las personas en la fraternidad, conciliar y volver a la comunión. En crímenes de lesa humanidad, hechos por el Estado, la Reconciliación exige la Verdad, Justicia y Reparación integral. No cabe el perdón ni el olvido. Reconciliar con el Estado exige: justicia penal, condenar a los culpables, que los hechos no se repiten, que los hechos sean verdaderos y conserve la Memoria, que se repare con medidas de restitución, indemnización, reparación simbólica y social. (Dto. 19, archivo de investigación, Caicedo Narváez, 2017)

En conclusión, en el discurso se entrelazan las tres dimensiones de la memoria en diferentes formas: la materialización de la memoria, las formas organizativas y funcionales y también las formas simbólicas. Este discurso hace referencia también a un sujeto detrás del mismo, que se expresa a través de las formas y dimensiones planteadas, pero que no se agotan en el pasado, sino que se construyen en un presente y se proyectan a un futuro. Pero en el discurso de las víctimas se encuentra en una confrontación con otros discursos. Esta confrontación se da en el plano de lo concreto como en el plano de lo simbólico, para ello se asumen y se usan diferentes códigos en distintos órdenes de la vida y la sociedad. Especialmente en el ámbito de la cultura y la política.

Allí juega un papel importante lo religioso a partir del relato fundante de la victimización del Padre Tiberio y el antecedente de su proyecto social alternativo con los campesinos (as).

“Cristo Mutilado”

Figura No. 7. “El Cristo Mutilado”.

Fuente: Foto archivo personal

En medio de este conflicto hay un despertar de la conciencia crítica de parte del sujeto, pero a su vez de una propuesta utópica, unido a una búsqueda de construir comunidad, solidaridad y trasformar la realidad no sólo en el ámbito local sino nacional. El discurso también va dando una identidad al sujeto social a la vez que el sujeto se va apropiando del discurso. El sujeto social víctimas, es deudor de un sujeto social que ya venía construyendo una identidad particular y que obedecía a un proceso social anterior a la victimización y que se ve modificado a partir de la misma, dando paso a la constitución de un sujeto social con la complejidad ya planteada. La memoria va necesitando y entrelazando tres elementos constituyentes: víctimas, contexto y comunidad.

Finalmente, en la construcción del discurso, se asumen algunos riesgos relacionados con la memoria colectiva, en el contexto de una superación del conflicto en Colombia, y que van a ser propias de la construcción del sujeto social “víctimas”, como sujeto diverso y complejo. Los discursos de las víctimas entran en confrontación con otros discursos, tanto a nivel simbólico y concreto, que buscan invisibilizarles en un contexto social cuasi-amnésico. Las víctimas deben poder superar el afán de una “memoria literal” para dar paso a una “memoria ejemplar”17 y alternativa a “memorias oficiales”.

En este proceso las víctimas deben evitar, por lo menos, dos riesgos en el logro de este objetivo: el primero, una “asimilación” de la memoria por parte de una propuesta de memoria oficial y que puede terminar desvirtuando la propuesta de las víctimas y, el otro, el agotamiento de su propuesta y su propio discurso, lo que se podría llamar una “hipermemoria”, es decir una saturación del uso de la memoria.

Las víctimas deben evitar caer en un uso de la memoria en un sentido meramente “instrumental», es decir, sólo con el propósito de una “reparación” de las víctimas como único horizonte del trabajo de memoria (Saucedo, 2010, p. 96). Para ello es menester el ejercicio de pensar un horizonte en el cual el trabajo de memoria se articula a la lucha de otros sujetos sociales, proponiendo transformaciones a nivel de lo social y lo político. De todos modos, con lo anterior, se diría que hay la tentación de parte del sujeto de saturar la “memoria del dolor”, la memoria traumática18, con el resultado ya comentado.

Los dos riesgos expuestos son dos facetas extremas del uso de la memoria. Por un lado, el uso meramente instrumental y oficial, que intenta agotar todas las narrativas en una sola narrativa y asimilar el discurso de las víctimas. Y por el otro, el riesgo de la hipermemoria, que puede llevar a una actitud de cansancio y desnaturalización del papel de la memoria si no se articula a una propuesta que le proyecte más allá de la condición propia de victimización. Superar la condición de victimización implicaría retomar y replantear un proyecto como sujeto social, el cual fue frustrado o desvirtuado a partir de la victimización19.

Conclusiones

Articulada en un discurso de un sujeto, la memoria tiene, entre otras, la función de “reparar” el pasado para proyectar un futuro justo y digno para las víctimas y la sociedad en general. Pero también, a partir del discurso, se puede proponer cambios estructurales necesarios para construir sociedades más justas y en donde se respete la vida y la dignidad humana. Se debe ser consciente que este propósito implica más que un trabajo de memoria, implica un trabajo social, político y cultural que no se puede llevar a cabo solamente desde un sujeto social particular como las víctimas, y que por lo tanto requiere de un trabajo en red con otros sujetos sociales.

La memoria se plantea como un lugar de disputa en sí misma, pero a la vez como un horizonte y una utopía por la cual el sujeto social, como comunidad anamnética, debe luchar en el terreno de lo social, lo político y lo cultural, así como también por su apropiación de la realidad en una relación compleja entre presente-pasado-futuro. Esta relación que se da en el terreno de la memoria, la experiencia y la utopía, es un “núcleo constituyente”. Su viabilización va implicar criterios objetivos, tanto como subjetivos, que el sujeto va cristalizando en sus discursos como en sus prácticas en un horizonte social más amplio y como una contradicción fundamental que sintetiza los anhelos de las víctimas y su principal lucha. Una sociedad que quiere ver a las víctimas como meros objetos de reparación y no como sujetos sociales participante de la construcción de un nuevo país, termina instrumentalizándolas o desapareciéndolas.

RELACIÓN MEMORIA-SUJETO SOCIAL

Figura No. 8. Relación.

Fuente: elaboración propia.
Entonces, la memoria puede impulsar una conciencia alternativa frente a la realidad de violencia y victimización, pero implica un proceso de organización y un discurso, que se desemboque en una praxis del sujeto social, como una relación de doble vía. Lastimosamente esta conciencia le coloca, con frecuencia, en confrontación con otros sujetos, y al Gobierno mismo, por lo cual puede darse una revictimización o el intento de su asimilación. Por otro lado, debe evitar el cansancio o desaliento de parte de las víctimas a no ver la concreción de sus anhelos. La construcción de memoria y los discursos, puede caen en una situación circular, y “viciosa”, en este proceso que se puede superar en la medida en que se da una real transformación de las condiciones victimizantes y se ven resultados de los anhelos de reparación y justicia propuestos, aunque sea parcialmente.

 

Referencias bibliográficas

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• Caicedo Narváez, Roberto. 2017. “La memoria colectiva en la constitución de las víctimas como sujeto social en Colombia, El caso de la Masacre de Trujillo (Valle)”. Tesis para optar al título de Doctorado en CC.SS. Heredia: Universidad Nacional de Costa Rica.
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• Giraldo, Marta L., Jaime Gómez E., Beatriz Elena Cadavid y Marcela González. 2011. Estudios sobre Memoria Colectiva del Conflicto, 2000-2010. Medellín: U. de Antioquia
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• Zemelman, Hugo. 1992. Los Horizontes de la Razón. Historia y Necesidad de la Utopía. Barcelona: Anthropos.
• _________ y León, Emma (Coords.).1997. Subjetividad: Umbrales del Pensamiento Social. Barcelona: Anthropos.

 

1. Ensayo presentando en el Concurso de ensayos académicos sobre Fe y Derechos Humanos denominado: «Monseñor Carlos Parteli y Pastor Emilio Castro».

2. Doctorado en Ciencias Sociales. Master en Teología y actualmente Profesor en la Fundación Universitaria Bautista en Cali, Colombia.

3. “La idea del Proyecto Colombia Nunca Más surge en la etapa final de la campaña denominada “Colombia Derechos Humanos Ya” que realizaron numerosas organizaciones sociales y de Derechos Humanos no Gubernamentales a mediados de los años 90. Estas pretendían hacer una denuncia nacional e internacional de las múltiples y graves violaciones a los más elementales derechos y de la total impunidad en que se encontraban por la sistemática conducta del Estado a no hacer justicia, aún siendo el mayor agente responsable” recuperado de https://nuncamas.movimientodevictimas.org/index.php/quienes-somos/.

4. El CNMH es creado para dar continuidad al trabajo del GMH, a partir de la nueva ley de Víctimas del 2011.

5. Como funciones del Centro, se señalan: “Diseñar, crear y administrar el Programa de Derechos Humanos y Memoria Histórica de que trata el artículo 144 de la ley 1448 de 2011”. Recuperado de http://centrodememoriahistorica.gov.co/contexto/.

6. Una ampliación de estos esfuerzos la hacemos en nuestra tesis de doctorado (Caicedo Narváez, 2017).AFAVIT “estuvo conformada por más de ciento setenta familiares de personas que fueron desaparecidas y asesinadas entre 1986 y 1994, en los municipios de Trujillo, Riofrio y Bolívar en el Valle del Cauca” (CNRR, 2008, p.181).

7. Lo que sucedió en esta época está muy bien documentado en el informe de la CNRR (2008).

8. Su “[…] informe (integrado por los ensayos de los expertos y dos relatorías), se definió por la Mesa de Diálogos, como un “insumo fundamental para la comprensión de la complejidad del conflicto y de las responsabilidades de quienes hayan participado o tenido incidencia en el mismo, y para el esclarecimiento de la verdad”, como “un insumo básico para una futura comisión de la verdad”, y como una contribución a la discusión del punto 5 de la agenda de negociación sobre víctimas”. Recuperado de https://www.pazfarc-ep.org/index.php/comunicados/informe-comision-historica.

9. De igual manera lo expresa uno de los movimientos más representativos y con más trayectoria en Colombia y que aglutina una diversidad importante de víctimas del conflicto armado como es el Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado, creado en el 2005 (MOVICE, 2015, p.1).

10. Maurice Halbwachs, quien a su vez parte de la sociología de Durkheim, propone que la memoria es siempre una construcción social y colectiva. En 1925 publicó su primer libro sobre el tema: Les Travaux de L’Année Sociologique (Los Marcos Sociales de la Memoria) y en 1950 se publicó, como obra póstuma, el libro: La mémoire collective (La Memoria Colectiva).

11. En Zwischen Geschichte und Gedächtnis, 1998.

12. Los esquemas de códigos más comunes en las culturas lo conforman lo familiar, social, político y religioso-ideológico. “Los esquemas (son) procesos generales de la argumentación (de una cultura)” (Klinkenberg, 2006:315). “Los (códigos) son en realidad SISTEMAS o ESTRUCTURAS que pueden perfectamente subsistir independientemente del propósito significativo o comunicativo que los asocie entre sí” (Eco, 1991:65).

13. Erll (2012) plantea, siguiendo a William Hirst y David Manier, lo episódico, lo semántico y lo procedimental en las culturas del recuerdo (pp. 123-125).

14. Como “[… ]agrupamientos sociales definidos por una acción, incluso bajo la forma de movimiento, en función de necesidades y reivindicaciones específicas, en cuya consecución construyen un discurso y una identidad propia. Los sujetos sociales tienen una dimensión intermedia, más concreta comparada con las clases sociales. Su acción, enmarcada en un tiempo histórico corto, visible el trascurso de una vida, a veces entreverada con la vida cotidiana, conlleva casi siempre una enorme trascendencia en el reconocimiento de una sociedad diferenciada, efectivamente plural” (Delgado, 1995, p.6).

15. “algunas precisiones sobre el concepto de utopía en tanto que más allá de poner la mirada a una idealidad que puede no ser factible en el momento que se plantea, tiene, como señala Luminato, que ser trasladada al plano valorativo de lo deseable al terreno del sujeto que, sin lugar todavía, se plantea construir sus realidades,…, no refiere a una meta hacia la que se viaja, (por lo menos, no solamente) sino al horizonte del viaje mismo que el sujeto humano va mirando mientras camina” (Zemelman y León, 1997, p. 66).

16. Con “víctimas” denominamos en adelante a las “víctimas sobrevivientes” de la masacre, sea que hayan sido victimizadas directamente, o indirectamente, como es el caso de familiares de las víctimas directas. Para el análisis se tomaron una serie de documentos, de diferentes momentos y personas, un total 26 documentos escritos, fueron consultados en los archivos disponibles de AFAVIT, y cubren una amplitud en tiempo y tipo, incluyendo testimonios directos (Caicedo Narváez, 2017).

17. El traslado de los restos a los osarios se hace posible sólo hasta el 2002, cuando se inaugura el Parque.

18. Se puede decir que la primera es fundamentalmente la acción de “recordar” mientras que la segunda se refiere al proceso de memorizar como tal. Según lo expuesto por Todorov (2000) en los “Abusos de la memoria”: “Se podrá decir entonces, en una primera aproximación, que la memoria literal, sobre todo si es llevada al extremo, es portadora de riesgos, mientras que la memoria ejemplar es potencialmente liberadora” (p.31).

19. “la memoria traumática…no puede entenderse como una posesión del sujeto por el pasado, tal y como lo teorizan algunos autores desde los estudios del trauma. Al contrario, en estos casos la memoria del pasado es constantemente construida y mediada por la manera en que el mundo es activamente habitado” (por el sujeto o la víctima)” (Das, 2008, p.46).

20. En palabras de Todorov (2000), no se puede “erigir un culto a la memoria por la memoria; sacralizar la memoria es otro modo de hacerla estéril” (p.33).

 

 

 

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